En un mundo marcado por la inestabilidad y la polarización, Kazajstán se posiciona de nuevo como un faro de cooperación internacional al acoger, los próximos 29 y 30 de mayo, el Foro Internacional de Astaná (AIF2025).
Tras el parón del año pasado, provocado por las devastadoras inundaciones que azotaron el país, Astaná volverá a ser el epicentro de un diálogo crucial sobre los retos y prioridades que definirán el futuro del planeta.
Bajo el lema «Conectando mentes, forjando el futuro», este evento reunirá a líderes mundiales, expertos y representantes del sector empresarial en un encuentro que promete ser tan influyente como inspirador.
El foro, que se celebrará bajo la presidencia del Presidente de Kazajstán, Kasym-Jomart Tokayev, llega en un momento clave. Kazajstán, conocido por su posición estratégica como puente histórico entre Oriente y Occidente, se ha consolidado como una potencia intermedia en la escena global.
Su papel en la promoción de un sistema internacional inclusivo es más relevante que nunca, especialmente en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas. “Kazajstán siempre ha apostado por la cooperación interestatal, y el AIF2025 es una prueba clara de ese compromiso”, señalan fuentes cercanas a la organización.
Un foro con historia y proyección
El Foro Internacional de Astaná no es un evento cualquiera. En su edición de 2023, logró congregar a más de 5.000 invitados internacionales, un éxito que los organizadores esperan superar este año.
En esta ocasión, los asistentes debatirán sobre los desafíos más acuciantes de nuestro tiempo, desde la seguridad internacional hasta las tendencias emergentes que están transformando industrias clave.
El programa, dividido en tres grandes ejes temáticos —Política Exterior y Seguridad Internacional, Energía y Cambio Climático, y Economía y Finanzas—, incluirá sesiones de alto nivel con jefes de Estado y líderes empresariales, así como mesas redondas con expertos y responsables políticos de prestigio.
Kazajstán, un actor global en ascenso
El AIF2025 no solo será un espacio para el debate, sino también una plataforma para forjar nuevas alianzas y desarrollar acciones conjuntas frente a los retos globales.
Este evento marca otro hito en la creciente influencia de Kazajstán en el panorama internacional. En el último año, el país ha liderado organizaciones de peso como la Organización de Cooperación de Shanghái, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la Conferencia sobre Interacción y Medidas de Fomento de la Confianza en Asia, la Organización de Estados Turcos y la Organización Islámica de Seguridad Alimentaria.
Además, Kazajstán sigue presidiendo el Fondo Internacional para Salvar el Mar de Aral, un proyecto que refleja su compromiso con los desafíos medioambientales.
Con el AIF2025, Kazajstán no solo busca consolidar su papel como mediador global, sino también demostrar que, en un mundo dividido, el diálogo y la cooperación siguen siendo posibles. “Conectar mentes para forjar un futuro mejor no es solo un lema, es una necesidad”, aseguran los organizadores.
Sin duda, Astaná se convertirá, una vez más, en el escenario donde se escriban las próximas páginas de la historia global.
Astaná, la fascinante capital de Kazajstán
Astaná, la moderna capital de Kazajstán, es una ciudad que no deja indiferente a nadie. Con su arquitectura futurista y su rápido crecimiento, se ha convertido en un símbolo de la ambición de este país de Asia Central.
Es mucho más que una capital: es un experimento urbano, un cruce de caminos históricos y un escaparate de ambición arquitectónica.
- La segunda capital más fría del mundo
Si planeas visitar Astaná, abrígate bien. La ciudad ostenta el título de la segunda capital más fría del planeta, solo superada por Ulán Bator, en Mongolia. En invierno, las temperaturas pueden desplomarse hasta los -50 °C, mientras que en verano alcanzan los 35 °C. Este clima extremo, con vientos fuertes que azotan la estepa, ha llevado a los locales a apodarla la “Dubai de la tundra”. - Un diseño futurista de la mano de grandes arquitectos
Astaná es un lienzo para arquitectos de renombre mundial. Su plan maestro fue diseñado por el japonés Kisho Kurokawa, quien combinó modernidad con toques de tradición asiática. Además, el británico Norman Foster dejó su huella con obras como el Palacio de la Paz y la Reconciliación, una pirámide de cristal que simboliza la armonía entre religiones, y el Khan Shatyr, un centro comercial con forma de tienda de campaña transparente, ¡el más grande del mundo de su tipo! - Un traslado estratégico para la capital
¿Por qué Astaná se convirtió en la capital en 1997, reemplazando a Almaty? La decisión, impulsada por Nazarbáyev, tuvo motivos estratégicos: Astaná está más centrada geográficamente, lo que facilita el control del norte del país, donde había una fuerte presencia rusa. Además, Almaty sufría problemas de superpoblación y estaba expuesta a terremotos. Este traslado transformó una pequeña ciudad de estepa en una metrópoli moderna. - Un crecimiento demográfico espectacular
En 1997, Astaná tenía apenas 280.000 habitantes. Hoy, su población supera el millón, y se espera que alcance los 2 millones para 2030. Este boom se debe a la migración de kazajos de otras provincias y países vecinos, atraídos por las oportunidades económicas. Curiosamente, la composición étnica también cambió: los kazajos, que en 1989 eran solo el 17%, ahora representan más del 60% de la población. - Un símbolo de independencia: la Torre Bayterek
La Torre Bayterek, con sus 97 metros de altura, es el emblema de Astaná. Su diseño, que evoca un árbol de la vida con un huevo dorado en la cima, simboliza la independencia de Kazajstán. Según la leyenda, el huevo contiene los secretos de la felicidad del pueblo kazajo. Desde su mirador, se puede disfrutar de una vista panorámica de la ciudad, un plan imprescindible para cualquier visitante. - Una ciudad dividida por el río Ishim
El río Ishim atraviesa Astaná y la divide en dos partes con personalidades distintas. Al norte, la orilla derecha alberga la ciudad antigua, con un aire soviético y un ambiente más tradicional. Al sur, la orilla izquierda es el corazón moderno, donde se alzan los edificios futuristas, las sedes gubernamentales y los rascacielos. Este contraste hace que pasear por Astaná sea como viajar entre dos mundos. - Un punto clave en la Ruta de la Seda
Aunque Astaná es una ciudad moderna, su territorio tiene raíces históricas profundas. En la antigüedad, fue un punto de encuentro en la Ruta de la Seda, donde las caravanas intercambiaban bienes y culturas. A pocos kilómetros del centro, se encuentra el asentamiento medieval de Bozok, un recordatorio de que esta estepa ha sido testigo de la historia desde hace siglos. - Sede de eventos internacionales
Astaná se ha puesto en el mapa global al acoger eventos de gran envergadura. En 2011, fue la sede de los Juegos Asiáticos de Invierno, y en 2017 albergó la Expo Mundial 2017, centrada en energías sostenibles. Estos eventos no solo atrajeron a miles de turistas, sino que también impulsaron el desarrollo de infraestructuras como el Palacio de Hielo Alau y la Astaná Arena. - Un reconocimiento de la UNESCO
En 1999, la UNESCO otorgó a Astaná el título de “Ciudad de la Paz” por su compromiso con la tolerancia religiosa y el diálogo intercultural. Este reconocimiento se ve reflejado en espacios como el Palacio de la Paz y la Reconciliación, donde se celebran congresos de líderes religiosos de todo el mundo, consolidando el papel de Astaná como un puente entre culturas. - No siempre se llamó así
Fundada en 1830 como Akmolinsk, pasó a ser Tselinograd en 1961, durante la era soviética, para luego recuperar el nombre de Akmola en 1992. En 1998, al convertirse en la capital, se renombró como Astaná, que significa “capital” en kazajo. Pero la cosa no termina ahí: entre 2019 y 2022, fue conocida como Nursultán en honor al expresidente Nursultán Nazarbáyev, antes de volver a Astaná.
Referencia: Para inscribirse en el foro, visite la página oficial: REGISTRO.
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